Capítulo 3: “La Fonda Final”
“Operación Bajón Total”
1
Amanecer sobre Viña – 06:09 a.m.
El cielo
estaba rojo. Pero no de apocalipsis bíblico, sino rojo feria post-carrete.
De esos amaneceres que huelen a pan con pebre frío y promesas no cumplidas.
Los
Winchester caminaban entre las sombras, con la seguridad de quienes ya vieron
la verdad… y tienen hambre.
Castiel
cargaba la Mechada de la Última Esperanza envuelta en una frazada.
Sam llevaba la servilleta sagrada en una carpeta con el logo del Ministerio de
Cultura.
Jack tenía una mochila llena de empanadas mágicas que hablaban entre ellas.
Y Dean… Dean llevaba la mirada fija, los puños apretados y un frasco con ají
que solo se abría “en caso de emergencia espiritual”.
Frente al
Mercado Fusión
El lugar
estaba en silencio. Demasiado.
Los
puestos gourmet estaban cerrados, pero de sus techos caían migas…
migas de salchipapas.
Jack
susurró:
—Está muy
callao esto…
Dean sacó
su escopeta.
—Así es como empieza el bajón... y también las emboscadas.
Castiel
olfateó el aire.
—Huele a
mostaza fingida… y a Lucifer.
En lo
alto del cerro, se ve la silueta...
Una
figura de cuatro patas. Chaqueta amarilla. Paso firme.
El Perro de Lipigas.
Lento
pero decidido, bajaba desde la cima, dejando una estela de gas encendido tras
él.
En sus ojos había sabiduría, y en su hocico… el brillo de una longaniza
sagrada.
Jack lo
vio y gritó:
—¡Es él!
¡El perro profetaaaaa!
Dean
sonrió por primera vez en horas.
—Cabros…
la fonda empieza ahora.
Una
canción comenzaba a sonar: lenta, sin alma.
Versión instrumental de reguetón gourmet.
En el
centro del lugar, iluminado por focos LED y antorchas con aroma a trufa,
estaba:
Lucifer.
Delantal negro con bordado: “SalchiPapi del Inframundo”.
Mostaza negra.
Y una freidora que parecía un portal al infierno.
—¡Bienvenidos!
—gritó—
Veo que vienen con hambre… pero ¿tienen paladar?
Desde
atrás del mesón gourmet, aparece:
El Gato
Profeta Corrupto.
Con un mandil pequeño.
Con cuchara de palo en forma de báculo.
Y una caja registradora que maullaba al ritmo de cada venta maldita.
—Miau…
les advertí.
Y aún así... volvieron.
Sam se
adelantó.
—El
Cevasco es sagrado. Y ustedes… lo convirtieron en un plato con precio de mall.
Lucifer
sonrió.
—Oh, pero
si el bajón puede monetizarse… ¿por qué no?
Dean
escupió al suelo.
—Porque
no es bajón si no manchái la polera.
Con un
salto elegante, aterriza sobre un tambor de gas oxidado.
Sus patas brillan.
Su aliento huele a pancito recién tostado.
Ladra una
vez.
El aire tiembla.
¡FOOOOM!
Un muro
de fuego puro separa a los Winchester de los demonios.
Castiel
grita:
—¡AHORA!
Dean saca
la Mechada. Sam lanza el mapa. Jack reparte empanadas a lo Matrix.
Y en el
corazón del mercado…
la parrilla sagrada empieza a latir otra vez.
—
La Fonda Final... ha comenzado.
2
Interior
del Mercado Fusión – Minuto exacto donde todo se fue a la V
El Perro
de Lipigas ladró una segunda vez. La parrilla ancestral empezó a arder con
fuego azul.
Los Winchester estaban listos pa’ la guerra. El bajón les temblaba en la guata,
la mechada sagrada vibraba dentro del poncho de Castiel, y Jack le rezaba a una
empanada como si fuera rosario de masa.
Lucifer,
al otro lado del mercado, lanzaba salchipapas con precisión demoníaca desde una
freidora que flotaba gracias a wifi infernal.
—¡TOMAI
CTM! ¡ESTO ES COMIDA CON ALMAAA! —gritaba, tirando combos con cucharones y
lanzando combos 2x1 con salsa de mango.
Pero de
pronto…
Lucifer: "¿Y las salchipapas?!"
Se quedó
quieto.
Miró la
bandeja.
Vacía.
La
fritura… se había ido.
—¿¿¡QUÉ!?
¿¡CÓMO CHU...!? —gritó, revolviendo cajas mágicas con forma de papas
sonrientes.
Se asomó
tras su puesto, vio a un zombi con cara de perreo eterno masticando las últimas
salchipapas sagradas.
—¡NOOO!
¡ERAN PA' LA BATALLA, NO PA' TU CAÑA MALDITA!
El zombi
respondió con un eructo cósmico y siguió perreando contra un poste.
Lucifer
tiró el delantal al suelo.
—¡Esto no
estaba en el guión! ¡ME VOY A QUEDAR SIN STOCK EN PLENA FONDA INFERNAL!
Gato
Profeta Corrupto: “Pásate película, Lúcifer…”
Desde lo
alto de un puesto de empanadas sin cariño, apareció él.
Majestuoso.
Elegante.
Satánico.
El Gato Profeta Corrupto.
Traje
negro, ojos encendidos, una cola que se movía al ritmo del beat.
—Meow… ya
te dije, Lucifer. Tú cocinai. Yo bailo.
Y alzó su
pata delantera. La música cambió.
Comenzó
el Thriller Reguetonero.
Un beat
endemoniado.
Una base reguetonera con gritos de Michael Jackson.
Y un bajo que parecía el ruido de una paila hirviendo.
“Thriller del bajón…
Mayo sin compasión…
Perrea hasta que el alma
se derrita en el carbón…”
Los zombis… bailan.
No
caminaron.
No atacaron.
BAILARON.
Coreografía
perfecta.
Manos arriba, caderas que giraban en compases sobrenaturales, ojos blancos y
movimientos de cueca satánica.
Jack
gritó:
—¡Están
haciendo el paso del "zombi choripanero"! ¡Con precisión maldita!
Dean,
tapándose los ojos:
—¡Esto es
demasiado para mi mente gringa, hermano!
Uno de
los zombis se acercó perreando hasta Castiel.
Le susurró:
—Perrea
conmigo, papi, o te maldigo el desayuno.
Castiel
lo mandó a la V con un ala extendida y un empujón de fe.
—¡Yo solo bailo cumbia angelical!
Lucifer
tiraba cosas al suelo, llorando.
—¡Todo
esto lo hice por una estrella en TripAdvisor infernal! ¡No merezco esto!
Dean, en
medio de la danza macabra, agarró una empanada caliente y la lanzó directo al
Gato.
¡PUM!
Le pegó
en el hocico.
El Gato
la atrapó con estilo. La mordió. Sonrió.
—Buena
jugada. Pero todavía no me han sacado el pan, cabros.
Y con un
maullido que partió vidrios, alzó su cola.
Una nube negra surgió.
Los zombis ahora tenían luces LED en las manos.
—¡Ahora…
cueca reguetonera!
—¡No
podemos pelear así! ¡Están sincronizados con la música! ¡Necesitamos cortar la
transmisión del beat!
Dean
gritó desde el suelo:
—¡CASTIEL!
¿QUÉ SE NECESITA PA’ PARAR EL RITMO MALDITO?
Castiel,
entre tanto brinco:
—¡UNA
CONTRA-CORRIENTE! ¡MÚSICA CHILENSIS DE ALTO BAJÓN!
Jack se
iluminó.
—¡¡UN
GRUPO DE CUMBIA CON ALMA DE COMPLETO!!
Jack,
poseído por la fe del bajón, conectó su mp3 místico al altavoz ancestral del
carrito de la Tía.
Presionó play.
Y empezó…
“Se prendió la plancha, cabros, llegó la
longaniza fiel…
¡El Cevasco no se vende, se come hasta sin papel!”
El beat
fue más fuerte que el reguetón.
Los zombis empezaron a confundirse.
Algunos intentaban perrear, otros zapateaban.
Uno hizo el pasito del gigante y se cayó de cabeza en un tambor de salsa
tártara.
El Perro
de Lipigas ruge fuego
El Perro,
desde lo alto, soltó su ladrido final.
Una lengua de fuego bajó y se llevó la freidora de Lucifer.
¡BOOOOOM!
Lucifer
cayó sentado sobre una caja de papas crudas.
—¡Mis papitas…!
¡NOOOO!
La fonda
vibra
El Gato
Profeta Corrupto se tambaleó.
Sus zombis ya no bailaban.
Algunos se sentaron.
Uno pidió Uber.
Otro se comió su zapato.
Dean se
levantó.
—¡Ahora
cabros… traigan el pebre!
3
La parrilla temblaba.
El fuego del bajón ardía con fuerza.
Los zombis bailaban en confusión.
El Perro de Lipigas caminaba entre los restos de salchipapas carbonizadas como
veterano de guerra.
Todo parecía bajo control...
Demasiado
control.
Dean
olfateó el aire. No el de la parrilla. El otro. Ese que tiene olor a cagá
inminente y feria sin permiso municipal.
—Esto
está raro.
Castiel
levantó la Mechada Sagrada y la acercó al fuego.
—El
Cevasco debería manifestarse… pero algo lo retiene.
Jack se
acercó a una caja cubierta con una manta.
—¿Y esto qué es? ¿Una cuna pa’ completos?
La
levantó.
Silencio.
Entonces,
de la caja salió una voz robótica:
“¡Hola! Has activado el **Ritual de Iniciación
del Cevasco Premium™!
Bienvenido a la experiencia 4D de nuestro nuevo universo fondístico
autorizado.”
Sam
retrocedió.
—¿¡Qué
chucha es esto!?
¡FLASH!
Luces por todas partes.
Telones
de feria se descorren solos.
Pantallas LED se encienden.
Aparece un cartel gigante que dice:
“CEVASCO
EXPERIENCE – Edición Limitada Fondística (sin SII).
Disfruta la tradición chilena, ahora con efectos especiales y sin contenido
real.”
De los
parlantes brota una voz animosa:
“¡Anímate a vivir una fonda que no existe!
¡Con platos holográficos, pebre virtual y empanadas con realidad aumentada!” 🎙️
Dean
pateó un parlante.
—¡Esto no
es el Cevasco real! ¡Es una trampa! ¡Una fonda falsa pa’ influencers!
Bajando
por un cable, vestido con un terno blanco con estampado de longaniza.
—Meeeaaooow...
¿Les gustó mi show?
Estuve trabajando con un productor de Matucana 100 y un chamán pirata.
Jack
temblaba.
—Esto...
esto es más falso que sushi de feria.
El Gato
ronroneó, flotando en una nube de pebre oscuro.
—Les
presento la trampa final: La Cueca Mística Ilegal.
Una coreografía que nadie puede resistir.
Si bailan... pierden la voluntad.
Si no bailan... el Cevasco se autodestruye.
Sam
jadeó.
—¡Eso no
tiene sentido!
—¡Obvio
que no! —respondió el Gato— ¡Es ilegal, absurda y mística! ¡Como debe ser!
—
Comienza la música
🎵 “Y se va la primeraaa… con mayo en la
caderaaa…” 🎵
🎵 “Zapateao con empaná… y el alma se te va…” 🎵
Un
remolino de luz apareció.
Del suelo brotaron parejas de completos animados que bailaban cueca con
zombis, empanadas poseídas, y dos botillerías flotantes en duelo.
Castiel
fue jalado al centro del círculo de danza.
—¡NO
PUEDO RESISTIR! ¡ME ESTÁN ZAPATEANDO EL ESPÍRITU!
Dean se
aferró a una parrilla como ancla espiritual.
—¡¡CONCHETUMAREE
ESTE GATO CULIAO ME HIZO UN MUSICAL!!
Interviene
el Perro de Lipigas
Saltó.
Ladró.
Y sacó… una flauta de gas.
La tocó.
Sonó una
melodía de cueca triste. Una tonada de bajón verdadero.
Todos se
detuvieron.
Incluso
el Gato.
—¿Qué…
qué está tocando?
La Tía
del Carrito Celestial apareció desde una nube de harina.
—Eso es La
Cueca del Desayuno Sin Salchicha.
La más triste de todas.
Jack
lloró.
—Yo… yo
he vivido eso.
El Gato
Profeta Corrupto se sacude.
—¡NOOO!
¡ESO NO! ¡ESA MÚSICA ME BAJA LA PRETENSIÓN! ¡NO PUEDO SEGUIR HACIENDO NEGOCIOS
CON EL BAJÓN!
Su cuerpo
empezó a temblar. Su cola se enredó en un portal.
Todo el decorado digital se derrumbó como feria mal amarrada.
Pantallas
caían. Empanadas LED explotaban.
Lucifer
apareció corriendo con una bandeja:
—¡¿QUIÉN
QUIERE UNA SALCHIPAP… ah, ya cagó todo de nuevo!
El
Mercado Fusión colapsa
Las
paredes tiemblan.
Un remolino de ají y gas se forma en el centro.
Y en él…
una parrilla real.
Vieja. Chascona.
Con grasa mística.
El
verdadero Cevasco.
Y así… la trampa falló.
4
En medio del caos del Mercado Fusión
Las
pantallas LED chispeaban.
El reguetón satánico había colapsado bajo el peso de la Cumbia del Cevasco.
Las empanadas falsas se derretían.
El carrito ancestral —el verdadero Cevasco— emergía desde las cenizas
del marketing maldito, con el pan humeando de gloria y el pebre vibrando de
emoción.
Pero el Gato
Profeta Corrupto no estaba listo pa' irse sin dejar la cagá.
Desde lo
alto del escenario fundido, su forma mutó.
Era más
grande.
Más oscuro.
Con ojos rojos en los bigotes.
Y una voz que sonaba como parlante de feria mojado.
—MIAAAAUUUU...
¡NO PUEDEN DETENER EL BAJÓN CORRUPTO!
¡YO SOY LA CAÑA PERPETUA!
En un
rincón, cubierto en ketchup y humo, Lucifer respiraba con dificultad.
—Ctm...
—tosió—. Me pasé tres multiversos vendiendo comida sin alma.
Jack se
le acercó.
—Lucifer…
¿por qué hiciste todo esto?
Lucifer
miró su espátula derretida.
—Quería
sentirme útil. Quería ser el rey de la fonda infernal…
Pero me olvidé de lo más importante.
—¿El
sabor?
—El
cariño en el pan, mijo.
Se paró.
Se sacudió el delantal.
Caminó hacia el carrito y… sacó un pan amasado real.
Lo partió con las manos.
Y lo ofreció al grupo.
Dean alzó
las cejas.
—¿Estás...
pidiendo perdón?
Lucifer
bajó la mirada.
—Estoy
pidiendo una segunda oportunidad pa’ servir un completo con dignidad.
La Tía
del Carrito asintió desde la distancia.
—Se puede
redimir el alma... si se respeta la vienesa.
El Gato
Profeta ya estaba flotando, girando como sopaipilla mal freída.
—¡VOY A
INUNDAR CHILE DE COMPLETOS SIN SABOR!
¡QUE VIVA EL PEBRE DE PLÁSTICO!
Y ahí
apareció el Perro de Lipigas.
Con su
chaquetita amarilla reluciente.
Con fuego en las patas.
Y un cilindro de gas sagrado atado al lomo.
Ladró.
Solo una vez.
¡WOOF!
Y el aire
se partió.
De su
hocico salió una llamarada de gas bendito.
Directo al Gato.
El Exorcismo Parrillero
El fuego
lo envolvió.
Pero no lo quemó.
Lo purificó.
El Gato
Profeta Corrupto gritó.
Giró en el aire.
Sus ojos se aclararon.
Y antes
de desaparecer entre croquetas celestiales, susurró:
—...el
bajón... era para compartir...
¡PUM!
Un último
estallido de brillo negro, y se fue.
La
parrilla se encendió sola.
Las vienesas cantaban bajito.
La mayo chorreaba con ritmo.
Y el carrito brillaba como nuevo.
La Tía
del Carrito Celestial apareció junto a ellos, rodeada de neblina con olor a
sopaipilla.
—Cabros...
lo hicieron.
Recuperaron el corazón del bajón.
Jack
abrazó el carrito.
—Está
calentito…
Sam
suspiró.
—¿Y ahora
qué hacemos con él?
La Tía
alzó su cuchara sagrada.
—El
Cevasco no debe quedarse aquí. Este lugar ya no vibra con el alma del bajón.
—¿Entonces?
—preguntó Dean.
—Deben
llevarlo a su lugar original.
Donde el bajón floreció por primera vez.
Donde la feria y la caña se cruzan como líneas del destino...
Avenida
Valparaíso.
Viña del Mar.
El grupo
miró al carrito.
Al perro.
A Lucifer, ahora sirviendo pan con cariño.
A la Tía, que se desvanecía entre vapor de choripán.
Sam
sonrió.
—¿Nos
vamos?
Dean
empujó el carrito.
—Nos
vamos a donde el bajón tiene casa propia.
5
Epílogo: “Una Piscola, un Completo… y una
Advertencia Cósmica”
Viña del Mar – Avenida Valparaíso, 21:37 hrs.
La noche
era perfecta.
Luces tenues, brisa marina con olor a pan recién hecho, y música bajita
saliendo desde un parlante JBL pegado con scotch al carrito.
El Cevasco estaba de vuelta.
En medio
de la vereda, al ladito de un paradero con grafitis místicos, se alzaba el
carrito sagrado.
Parrilla humeante.
Vienesas brillando.
Mayo escurrida con precisión ancestral.
La Tía
del Carrito Celestial había desaparecido como buena vieja mística: sin avisar y
dejando el vuelto justo.
Ahora,
los Winchester celebraban como chilenos en fonda con bono recibido.
Mesa
plegable, buena conversa.
Dean
tomaba una Heineken con el cuello chueco, sentado en una silla de playa
robada del mismísimo multiverso.
—Este es
el mejor completo que me he comido en mi vida —dijo con la boca llena de pebre.
Sam
anotaba cosas en su libreta:
—La
combinación entre pebre fermentado y mostaza astral genera una vibración única…
casi como si comieras un eclipse.
Jack
estaba sacando selfies con el carrito, mientras Castiel miraba el horizonte con
una servilleta amarrada al cuello como capa.
—¿Esto es
lo que llaman… felicidad? —preguntó.
Dean levantó
su botella.
—Esto,
Cas… esto es bajón.
La Piscola se agita
Sobre la
mesa, una piscola servida en vaso plástico empezó a burbujear raro.
Hielo girando solo.
La bebida subiendo en espiral.
Y una voz, ronca y familiar, emergiendo como de karaoke de botillería cerrada:
—Caaabros…
no se me relajen tanto…
Sam alzó
una ceja.
—¿El
Profeta?
La
piscola soltó humo.
Y apareció él.
El Profeta de las Piscolas.
Con ojeras cósmicas, aliento a pisco tibio y una chaqueta de mezclilla con
parches de botillerías desaparecidas.
—Les
quedó buena la fonda, cabros. Recuperaron el bajón.
Pero… esto recién empieza.
Dean
tragó saliva.
—¿Qué
pasa ahora?
El
Profeta miró al cielo.
—Hay una
fuerza más antigua que el pebre.
Más oscura que la mayo pasada.
Más peligrosa que un terremoto en vaso chico…
Cthulu.
El aire cambia
El viento
se volvió espeso.
Las luces titilaron.
Una gaviota gritó como si supiera leer la Biblia.
El
Profeta sirvió otra piscola, esta vez con rodaja de limón que lloraba.
—Está por
despertar.
Y no viene solo.
Vienen los suyos.
Los Cthulus del Bajón Eterno.
Castiel
cerró los ojos.
—¿Seres
del hambre ancestral?
—No, peor
—dijo el Profeta—. Seres que no tienen cura pa’ la caña.
Ni siquiera creen en el completo.
Todos se
quedaron en silencio.
Jack
abrazó el carrito.
—¿Podemos
ganarle a eso?
El
Profeta suspiró.
—No sé,
mijo.
Pero por mientras… disfruten este completo.
Porque la próxima fonda…
puede ser la última.
La cámara
se aleja del Cevasco.
Las luces siguen titilando.
Y desde el mar… algo se mueve.
Una
silueta gigantesca.
Tentáculos.
Y una mano… que sostiene un vaso de piscola tamaño estadio.
Continuara...
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